sábado, 28 de marzo de 2009

Vive Cada Día Como Si Fuera El Último


Vive cada día como si fuera el último. Aprovecha al máximo cada hora, cada día y cada época de la vida. Así podrás mirar al futuro con confianza y al pasado sin tristeza. Sé Tú mismo. Pero sé lo mejor de tí mismo. Ten valor para ser diferente y seguir Tú propia estrella. Y no tengas miedo de ser Felíz. Goza de lo bello. Ama con toda el alma y el corazón. Cree que aman aquellas personas que Tú amas.
Olvídate de lo que hayas hecho por tus amigos y recuerda, lo que ellos han hecho por ti.
No repares en lo que el mundo te debe y fíjate en lo que le debes al mundo.
Cuando te enfrentes a una decisión, tómala tan sabiamente como te sea posible.
Luego olvídala.

Vive Cada Día Como Si Fuera El Último

El momento de la certeza absoluta nunca llega.

Sobre todo recuerda, que Dios, ayuda a quienes se ayudan a sí mismos.

Actúa como si todo dependiera de ti, y reza como si todo dependiera de Dios.

Vive cada día a plenitud.
Vive Cada Día Como Si Fuera El Último
Conquístate a ti mismo. Hoy deseo sugerirte que hagas una experiencia contigo mismo, para beneficio de tu propia vida y de los que te rodean. Se trata de que te decidas a pensar y actuar durante sólo una semana:



“Hoy seré feliz. Expulsaré de mi espíritu todo pensamiento triste. Me sentiré alegre. No me quejaré de nada. Hoy agradeceré a Dios la alegría y felicidad que me regala. T. Aceptaré el mundo como es y procuraré encajar en este mundo.

Vive Cada Día Como Si Fuera El Último

Que seria el Amor sin Adolphus



Qué cómo aprendí a vivir, y cuándo aprendí a querer?

¿Qué cómo aprendí a sufrir? ¿Cuándo? ¿Cómo?....no lo sé.


Aprendí a mirar las estrellas, alumbrando los sueños con ellas. A mirar los colores del vientoy a sentir el sabor del silencio.


Aprendí a encender ilusiones y a escuchar hablar los corazones, con palabras calladas, con matices de mil sensaciones.

Cuando un día, el dolor tomó mi mano, conocí de frente a la tristeza, la pena y el llanto se marcharon, al sentir el amor y su grandeza.


La soledad, querida compañera, la que con tanto miedo rechazaba, me mostró la paz y la armoníade los momentos que con ella estaba.

Comprendí, el sentido de la vida, viviendo el amor y la desdicha, sintiendo la alegría y la tristeza, conociendo lo breve de la vida.

Aprendí el valor de la paciencia, a calmar los vientos de mi ira, a llenar con mares de esperanzalas zonas más oscuras de mi vida.

Es así, que aprendí a vivir.